Se mide cómo viajan los estímulos sensoriales (tacto, presión) desde los brazos o piernas hasta el cerebro.
Registra la actividad eléctrica del cerebro y permite identificar alteraciones como crisis epilépticas, encefalopatías, trastornos del sueño, entre otros.
Pacientes con sospecha de lesiones en médula espinal, esclerosis múltiple, mielopatías o durante cirugías neurológicas complejas.